lunes, 28 de enero de 2008

La Estación de Copiapó


Hace más de diez años atrás, cuando estudiaba en el ETP, fuimos de visita al museo que funcionaba en la estación y esa visita me hizo entender en ese entonces, la importancia de nuestra ciudad en el desarrollo de nuestro país. Muchos jóvenes no lo saben pero Copiapó tuvo su época dorada durante el auge del mineral de Chañarcillo, cuando el mineral de plata brotaba como agua del cerro, en ese entonces Copiapó “la llevaba” y la llegada del dinero trajo consigo también la aparición de nuevas tecnologías.

La construcción de la línea férrea fue dirigida por don Guillermo Wheelwright y se comenzó en el año 1850, siendo entregada al servicio público en enero de 1852 lo que fue celebrado con una gran fiesta en toda la ciudad. La estación de Copiapó, por otro lado, fue construida posteriormente en el año 1854.

En su estreno en sociedad, la gente se vistió con sus trajes impecables para hacer el recorrido de 81 kilómetros hacia el puerto de Caldera, que en aquella época no era más que una caleta de pescadores. El viaje duraba alrededor de tres horas y pasaba por las estaciones de Monte Amargo y Toledo. El retorno se realizaba a las 5 de la tarde.

Posteriormente con el decaimiento del servicio se comenzó a realizar el viaje solamente los fines de semana, el último de estos servicios especiales se realizó en la época del ´88 y el ´89, durante el fenómeno del desierto florido. En el año 1990 la red norte fue transferida a Ferronor y posteriormente, en el año 1997 a don Andrés Pirazolli y Cía. Ltda., quien es su actual propietario.

Debe tratarse de uno de los monumentos más importantes en la historia ferroviaria del país y significó, para nuestro país y nuestra ciudad, un gran avance tecnológico durante la primera revolución industrial que vivió la humanidad. Si se piensa que en aquellos años un tren significaba un gran costo de inversión y mano de obra podríamos comprender la bonanza económica que vivía nuestra región. De hecho, la idea de un tren para Copiapó había nacido años antes, pero por falta de recursos no se realizó, así entonces don Guillermo debió formar la “Sociedad del ferrocarril Copiapó Caldera” , para conseguir los recursos, sociedad que integraban las familias más influyentes de la ciudad (entre ellos los Matta).

Don Darío Álvarez, uno de los guardias más antiguos de la estación y quien lleva 42 años como empleado ferroviario, nos permite hacer un recorrido por la estación y el museo (que actualmente no funciona como tal) para conocer el estado actual del edificio.

El piso de madera se encuentra en perfecto estado junto al área central para recepción de pasajeros y la sala de equipaje, también las dependencias administrativas, las que conservan algunos muebles y una caja fuerte de 1849 hecha en Inglaterra (vacía por cierto). Sólo los baños y algunas habitaciones están deterioradas por el paso de los años y de personas que no entienden que esto nos pertenece a todos.

Actualmente el edificio no cuenta con luz eléctrica, lo que elimina en parte el riesgo de un incendio, pero la madera de pino oregón del andén ya está sufriendo un deterioro severo y algunas partes de los muros hechos con “cemento copiapino” (barro y ramas) se han desprendido, sin embargo, don Darío conociendo el valor de este patrimonio, ha conservado el barro para que algún maestro que conozca la técnica con que se hacía este muro, la repare.

El museo en su interior posee reliquias como tornos de la época, telégrafos, fotografías y herramientas que se usaban en aquellos tiempos. También cuenta con objetos como cajetillas de cigarros, botellas y sombreros del siglo XIX.

No trabaja “solo”

Al no tener luz eléctrica, don Darío nos cuenta que se las arregla con velas y una linterna para hacer las rondas nocturnas y que muchas veces oye ruidos en las oficinas: “Cuando recién llegué a trabajar a esta estación, una noche en que conversaba con unos colegas, oímos que alguien continuaba trabajando en la oficina principal. Se podía escuchar claramente el sonido de una máquina de escribir, y mis colegas me pidieron que le fuera a avisar que ya era hora que terminara de trabajar, ya era tarde y debía descansar, pero al entrar a la oficina, con asombro pude darme cuenta que no había nadie. Mis colegas dijeron: “Se debe haber ido por la puerta trasera”. Me estaban jugando una broma ya que ellos estaban acostumbrados a ese tipo de fenómenos. Otras ocasiones he escuchado quejidos y pasos o puertas que se abren y se cierran pero como ya estoy acostumbrado, no me causa miedo. La única vez que sentí temor fue en una ocasión en que como a las 5 de la tarde hacía una ronda por el ala central y sentí que me tocaron el hombro, pensé que era mi compañero y pregunté ¿qué pasa Julio? luego me tocan la cabeza, entonces me doy vuelta y no hay nadie.”

Don Darío nos cuenta que actualmente se encuentra en reparación, La restauración de la fachada y el interior comenzó a principios de noviembre, la que durará dos meses aproximadamente con financiamiento de Ferronor. Esta restauración tiene como objetivo recuperar los espacios físicos interiores y exteriores de la estación, la idea es convertirla en un nuevo centro cultural.

El 25 de diciembre la estación cumplirá 156 años los que al parecer celebrará con un traje nuevo.

La estación de trenes de Copiapó, declarada monumento nacional el 29 de octubre de 1981, esa vieja que duerme interminablemente a su suerte y que en ocasiones despierta cuando alguna autoridad así lo permite, nos pide hace años que no nos olvidemos de ella. Tal vez los puentes de hoy caigan uno a uno, pero ella con sus más de 150 años sigue de pie y lo seguirá sólo por un tiempo más, cuando comprenda que en realidad no vale la pena seguir tratando de pedir que no la olviden. Por suerte hoy su historia comienza a cambiar...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los felicito por la página, y llegué a ella para recordar una época bonita de mi vida, ya que tengo entendido que fuí el último que atendió el museo que existiço allí, si necesitan más detalles de éste pueden escribir a bicentenarioproducciones@yahoo.es