Mi ánimo no superaba los dos centímetros del suelo. Estaba realmente angustiado y la cerveza se iba extinguiendo rápidamente en mi garganta. Era verano y se suponía que la gente en esta fecha se divertía. Menos yo.
Estaba caliente. Siempre lo estoy, pero cuando la calentura se mixtura con la depresión, se hace mucho más desagradable.
Cuando las manecillas del reloj de mi pieza apuntaban hacia el infierno, decidí ir a un ciber a ver si había alguna minita conectada que tuviese ganas de tomarse una cerveza conmigo. Mi presupuesto era escuálido, pero con tres lucas podía comprar un par de botellas en el boliche asqueroso al que siempre iba y podía alcanzarme para cigarros. No era tan malo.
Pensar en la pequeña posibilidad de que alguna mina incrementase esa miserable cifra, era una locura. Las mujeres por esencia son bolseras, y que el feminismo y que la igualdad entre los sexos, les duraba hasta el instante de pagar la cuenta. Momento propicio en el que apelaban a nuestra caballerosidad. Por ello estaba dispuesto a contentarme con beber sólo una botella.
Entré a ese ciber inmundo que está cerca de mi casa, el más barato de todos, y comencé con lo planeado. ¡Veamos que puede resultar de esta experiencia!- me dije.
Lamentablemente había sido muy optimista. En una hora escuché frases como: ¿Pero después cómo me voy pa`la casa?; ¿Y tení auto?; “No tomo cerveza, sólo vodka”; “Me podí pasar a buscar”; “¿Y a ese sucucho me pensai invitar?;…
Todo fue tiempo perdido. Sentía envidia de los tipejos con plata que pueden darse maña de pagarle a las minitas sus antojos. En fin. Decidí desconectarme de esa mierda, pero justo antes de hacerlo, me habló una mina que aparecía No Conectado. La había visto una vez y era enferma de cuica. Me saludó. La saludé. Su nick decía: En 10 días más me voy a recorrer Europa. Por supuesto comenzó a hablarme de sus preparativos para el viaje, y otras estupideces que me importaban tanto como la salud de Fidel.
Finalmente me preguntó:
- ¿Te tinca que nos juntemos? –
- ¡Ya po, vamos a tomarnos unas chelitas al centro! – dije con entusiasmo.
¡¿Tai loco?! ¡Invítame a comer sushi mejor será!
Por Gabriel Plaza.
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